Existen
según Philippe Meirieu, dos corrientes de pensamiento para entender la educación y el
proceso de aprendizaje: una que prioriza la promoción de lo endógeno
y, la otra, la organización de lo exógeno; los partidarios de la primera
rechazan de forma radical a los partidarios de la segunda corriente,
sosteniendo que nadie puede influir en el sujeto sino el sujeto mismo, y los
partidarios de la segunda niegan esta argumentación subrayando que el sujeto,
reducido a él mismo, es bien pobre y “que no existe ningún ejemplo de que un
ser humano haya podido alcanzar el status de adulto sin que hayan intervenido
en su vida otros seres humanos, estos últimos adultos”.
Para
Meirieu es muy difícil optar entre ambas corrientes que parecen negarse una a
la otra. Ya en Platón y Sócrates, el maestro es el “alumbrador”, ayuda a sacar
a la luz los conocimientos del individuo.
A
favor de la corriente de lo “endógeno” reconoce que la evidencia nos muestra
indudablemente que únicamente se llega al saber a través del camino que lleva a
él y al conocimiento a través de la apropiación que de él hace el sujeto. Al
respecto, recuerda lo que decía C.Rogers: “el único aprendizaje que afecta
realmente al comportamiento del individuo es aquel que descubre por sí mismo y
del que se apropia”.
Por
otro lado, cita a Durkheim, quien considera que: “la educación es la acción
ejercida por las generaciones adultas sobre las que aún no están maduras para
la vida social. Tiene como objeto despertar y desarrollar en el niño una cierta
cantidad de estados físicos, intelectuales y morales que le requiere la
sociedad política en su conjunto y el medio social al cual está destinado”.
Si
mi libertad sólo es posible en relación con la exterioridad, con mayor motivo
el aprendizaje sólo podrá surgir si desde fuera un ser, una institución o una
herramienta, vienen a proporcionarme los elementos sin los cuales estaría
sordo, ciego y mudo para siempre.
Ante
estas dos opciones se pregunta Meirieu, ¿qué opción podemos escoger? El “justo
medio” no tendría ningún sentido porque vaciaría a cada una de su fuerza, y
relativizándolas, les haría perder todo interés.
“LA VANA ESPERANZA DE LA SÍNTESIS
TEÓRICA: SÓLO LO CONCRETO DE LAS PRÁCTICAS NOS INVITA A ASUMIR LA TENSIÓN Y A
VIVIRLA EN LA HISTORIA”
Resalta
Meirieu que cualquier relación pedagógica entre dos personas está siempre en
tensión: al deseo legítimo de inculcación y de instrumentalización social del
maestro se opone la resistencia del alumno. Esto no significa que sea imposible
una transmisión del conocimiento pero esto no es un proceso mecánico.
J.
Piaget no rechazaba la existencia de lo dado ni la de lo adquirido (lo endógeno
y lo exógeno) sino que demostró que es en el diálogo entre ambos donde tiene
lugar el conocimiento. Gracias a lo que soy y mediante lo que soy, puedo
recoger y asimilar nuevos hechos, enriqueciendo y modificando así lo que soy;
nuevas estructuras sustituyen a las anteriores, y este equilibrio me permite
acceder a una nueva adquisición.
“AL IGUAL QUE ARQUÍMEDES, CONCLUÍMOS
QUE CON UN PUNTO DE APOYO PUEDEN HACERSE MUCHAS COSAS”
Está
claro según el autor que sólo se da la “transmisión” cuando un proyecto de
enseñanza se encuentra con un proyecto de aprendizaje, cuando se forma un lazo,
aunque frágil, entre un sujeto que puede aprender y un sujeto que quiere
enseñar.
Ahora
bien, ¿qué puede hacer entonces el maestro para que esta transmisión se
efectúe?
Lo
que debe buscar, es en primer lugar, un punto de apoyo en el alumno,
incluso tenue, donde articular un soporte y situar un incentivo a fin de ayudar
al sujeto a desarrollarse. Quizá a veces sea sólo un deseo de saber y de
comprender nacido de una situación completamente ajena a la escuela o podría
tratarse también de capacidades adquiridas en el transcurso de su historia
personal y escolar. No lo sabemos, no hay reglas.
Pero
también será necesario que el maestro, por una parte, domine el conocimiento
que quiere transmitir y explore todas la formas para hacerlo.
Sólo
a través de esos dos aspectos podrá darse, entiende Meirieu, que puede darse
esa correspondencia entre los intereses de maestro y alumno, el deseo de
enseñar y el deseo de aprender.
BIBLIOGRAFÍA:
- P. MEIRIEU, "APRENDER, SÍ, PERO ¿CÓMO?", CAP. 1.