Este texto de Chevallard está
constituido por las notas preparatorias a un curso que dictó en ocasión de la
Primera Escuela de Verano de didáctica de las matemáticas, llevada a cabo en
Chamrousse del 7 al 19 de julio de 1980.
Chevallard representa el sistema
didáctico como compuesto por la terna P:
el enseñante, E: los alumnos, S: el saber enseñado y, las interrelaciones
entre ellos. El entorno inmediato del
sistema está constituido inicialmente por el sistema de enseñanza, que
reúne el conjunto de todos los sistemas didácticos. El sistema de enseñanza posee
a su como entorno lo que llama la sociedad, la sociedad “laica”, por
contraste con esa sociedad de expertos que es el sistema de
enseñanza/educativo. Simplificando, considera a la sociedad laica como constituida
por los padres y los académicos, y los órganos
de gobierno del sistema de enseñanza.
Está claro que para que el sistema
sobreviva debe darse una compatibilización con el medio social. Por este
motivo, en medio del sistema de enseñanza y el entorno social debe darse una
instancia intermedia que denomina noosfera. En esta área es donde se
encuentran todos aquellos que ocupan los puestos principales dentro del sistema
didáctico, negocian y buscan las soluciones a los problemas (sindicato de
profesores, los padres de los alumnos, los especialistas de la disciplina que
militan en torno de su enseñanza, los emisarios del órgano político).
¿Por qué debe operarse esta
compatibilización? Por un lado, el saber enseñado debe ser visto, por los
mismos “académicos”, como suficientemente
cercano al saber sabio a fin de no provocar la desautorización de los maestros,
lo cual minaría la legitimidad del proyecto social, socialmente aceptado y
sostenido, de su enseñanza. Por otra parte simultáneamente el saber enseñado
debe aparecer como algo suficientemente
alejado del saber de los “padres” es decir, del saber banalizado en la
sociedad. Pero hay otra razón y es que el saber enseñado se gasta, dice
Chevallard, en el sentido de que queda obsoleto, bien por el avance propio en
los descubrimientos de una ciencia o bien porque un determinado tema deja de
convertirse en importante para esa ciencia.
Sea como fuere, este desgaste del
saber enseñado supone la incompatibilización del sistema de enseñanza con su
entorno. Un nuevo aporte acorta la
distancia con el saber sabio, el de los especialistas; y pone a distancia a los padres. Allí se
encuentra el origen del proceso de transposición
didáctica.
Los métodos de enseñanza podrían constituir una variable de
ajuste en ese proceso de compatibilización, pero la evidencia los ha mostrado
como muy poco efectivos. La manipulación del saber, o sea, de los contenidos de
los programas sí es una variable de control muy sensible que
permite obtener efectos espectaculares con menores gastos y sobre la cual el sistema
político tiene asegurado el control. La
noosfera optará entonces prioritariamente por un reequilibrio por medio de una
manipulación del saber, seleccionando los elementos del saber sabio que
integrarán el saber a enseñar, también
es ésta la que va a asumir la parte visible de ese trabajo, lo que podemos
llamar el trabajo externo de la
transposición didáctica, por oposición al trabajo interno, que se realiza en el interior mismo del sistema de
enseñanza, bastante después de la introducción oficial de los nuevos elementos
en el saber enseñado.