miércoles, 5 de septiembre de 2012

CLASICISMO Y ROMANTICISMO EN EL ARTE DEL SIGLO XIX (PARTE IV)


ROMANTICISMO

En cuanto a la arquitectura, proliferan los edificios de carácter burgués, de clara utilidad civil. En el siglo XIX se produce la separación entre arquitectos y Escuelas de Bellas Artes; entre arquitectos e ingenieros.

Los ingenieros dan paso a nuevos materiales que revolucionan el arte de construir con materiales nuevos y revolucionarios como el hierro, el cemento o el vidrio. Los arquitectos descubren el arte medieval y consiguen llegar a la creación de un estilo ecléctico que evoca tiempos remotos y que se funden en uno solo. Por su parte, la escultura es el arte menos representativo y continúa viviendo de los ideales clásicos.

La pintura es, entre las artes plásticas, el arte con un contenido romántico más marcado, porque consigue referirse mejor a la intimidad y el individualismo. Goya es el nexo de unión entre el Antiguo Régimen y la subjetividad romántica. La herencia la recogerán después artistas como Gericault y Delacroix en Francia, Friedrich en Alemania o Turner en Inglaterra. Por otra parte, se utiliza la litografía para la difusión de dibujos, pinturas, escenas, paisajes, etc (Goya, Daumier, etc.). Surgen las primeras revistas ilustradas y a finales de siglo se mecaniza la ilustración y reproducción de obras de arte con la fotografía y las artes fotomecánicas.

En cuanto al ámbito de la literatura, el término Romanticismo nació como un concepto estrictamente literario que después se acabó trasladando a lo artístico en general. El Romanticismo produjo una abundante producción literaria y la poesía, el teatro y la novela se convirtieron en los géneros genuinamente divulgadores de los sentimientos burgueses.
En el siglo XIX nació el periodismo, que junto a la litografía y la xilografía, hicieron asequible a la mayoría de la población la palabra y la imagen artísticas.


EL ROMANTICISMO EN ARQUITECTURA


Palacio de Westminster



Durante el período romántico se terminaron edificios medievales inconclusos (ej. la catedral de Barcelona) y se restauraron otros. Uno de los más emblemáticos fue el Palacio de Westminster (1836) sede de las dos cámaras del Parlamento Británico en Londres.


EL ROMANTICISMO EN ESCULTURA

Según Novotny, términos como ‘romanticismo’ o ‘realismo’ son difícilmente utilizables en sentido preciso para referirse a la escultura del siglo XIX. Sólo se puede hablar, en su opinión, de ‘romanticismo’ en un sentido literario, en relación con las temáticas elegidas por los escultores. Evidentemente, aquella filosofía sentimentaloide de la vida del primer romanticismo que se trasluce en la idea del Jardín Inglés también se reflejó en las esculturas incluidas en tales jardines, así como también en la escultura funeraria; pero eso no era propiamente ‘escultura romántica’. Además, si entendemos por ‘romanticismo’, como en otros géneros artísticos, profundidad de contenido e independencia de los modelos del pasado, entonces hay que decir que la escultura de la época nunca se aventuró más allá de la esfera de lo subjetivo, es decir, de lo puramente narrativo.

*        François RUDÉ (1784-1855): Partidario de Napoleón, tuvo que emigrar a Bélgica tras la caída del Emperador en 1814, y no regresó a Francia hasta 1827. Es autor de algunos de los relieves que se encuentran en el Arco de Triunfo de L’Étoile, en París. Su obra es bastante mediocre, aunque agradable de ver.
*        Jean-Louis-André-Théodore GÉRICAULT (1791-1824): Más conocido como pintor. Sus escasas esculturas no pueden ser consideradas estrictamente como ‘románticas’ ; no obstante, consiguen expresar un cierto sentimiento de ‘infinitud’ de una manera tal que destacan de otras esculturas de la época.

Carpeaux, La Danza
A diferencia de la arquitectura, los escultores románticos no volvieron sus ojos a la Edad Media, manteniendo en cierta medida las pautas del Neoclásico al que sin embargo dotaron de un mayor movimiento y fuerza expresiva. Los temas más utilizados fueron de carácter contemporáneo más que mitológico.

Sobresalieron las figuras de Rudé (La Marsellesa) y Carpeaux.

EL ROMANTICISMO EN PINTURA

La pesadilla 

Admirador de la antigüedad y del arte del siglo XVI, así como del teatro de Shakespeare y las leyendas germánicas, Henry Fuseli, como Goya, exploró desde finales del siglo XVIII la franja sombría del Siglo de las Luces. El sueño, con sus rasgos de sensualidad y de angustia, con sus imágenes obsesivas y aterradoras, encarnadas por la cabeza de caballo y por el monstruo diabólico en La pesadilla (1790-1791, óleo sobre lienzo, 76×63 cm, Museo Goethe, Frankfurt), se sitúa entre los temas que anuncian el romanticismo.

La palabra ‘romántico’ se asoció con escenarios salvajes, perspectivas sublimes, ruinas y una tendencia que se manifiesta en un énfasis creciente por la ascética de lo sublime como oposición a la belleza.

La balsa de la Medusa 


La obra de grandes dimensiones de Théodore Géricault La balsa de la Medusa (1818-1819, Louvre, París) está basada en la tragedia de los náufragos de la fragata francesa Medusa, hundida al oeste de África, quienes pasaron varias semanas en una balsa. Géricault investigó en profundidad los hechos y los plasmó con gran detalle en esta obra que provocó un gran escándalo en su época.

En Francia el periodo de formación del romanticismo coincidió con las Guerras Napoleónicas (1799-1815). Los primeros artistas franceses de este estilo encontraron su fuente de inspiración en los acontecimientos que les rodeaban. Antoine-Jean Gros inició la transición del neoclasicismo al romanticismo impulsado por el estilo sobrio de su maestro, Jacques-Louis David, quien tenía un estilo más colorista y emotivo, influido por el pintor flamenco barroco Petrus Paulus Rubens. La principal figura del romanticismo francés fue Théodore Géricault, que además llevó las tendencias dramáticas y coloristas al estilo de Gros y cambió el sentido heroico de los cuadros de batallas por el del sufrimiento. 

En su Coracero herido (1814) un soldado, en medio de una humareda, se desmaya en el campo. Las poderosas pinceladas, la luz y los tonos oscuros acrecientan el sentido de aislamiento y vulnerabilidad; y esto para Géricault y otros pintores románticos constituía la esencia de la condición humana.

La libertad guiando al pueblo 


Eugène Delacroix pintó La libertad guiando al pueblo en 1830, una de las obras culminantes del romanticismo. El gobierno francés encargó este lienzo de 2,59 x 3,25 m, pero después lo consideró demasiado revolucionario, de modo que prohibió su exhibición.

La obra maestra de Géricault, La balsa de Medusa (1818-1819), retrata a escala heroica el sufrimiento de la humanidad, un tema del que se hizo eco el pintor romántico francés, Eugène Delacroix, en su Masacre en Quíos (1824). Delacroix adopta a menudo temas de la literatura, pero resalta los que tienen más transcendencia literaria o didáctica con el uso de colores que crean un efecto de energía pura o emoción comparado con la música. Rechazando el énfasis neoclásico sobre la forma y los rasgos, utiliza medios tonos obtenidos de la yuxtaposición de un color con su complementario y no del oscurecimiento de uno de ellos. Su Muerte de Sardanápalo (1827), inspirada en una obra del poeta romántico inglés lord Byron, lo detalla con precisión, pero la acción es tan violenta y la composición tan dinámica que el efecto es un caos hundiendo la inamovible e indiferente figura de un rey agonizante.


Saturno devorando a un hijo, una de las Pinturas negras de Goya, realizada durante el Trienio Liberal (1820–1823), y que, a bajo una capa mitológica, alude a la famosa frase de Vergniaud poco antes de ser guillotinado: «La Revolución devora a sus propios hijos».



 El colorido es característico del romanticismo, pues prevalece sobre el dibujo, que asume un papel secundario. La pincelada se hizo visible, impetuosa. El empaste es en general grumoso y espeso, de manera que la pintura adquirió una naturaleza táctil que reforzaba su carácter de creación impulsiva y espontánea. A veces el acabado del cuadro tiene un aspecto de esbozo.

Los temas que preferían los románticos se evidencian en los géneros que cultivaron. Así, el tema de la naturaleza hizo que los paisajes se convirtieran en un género mayor, cuando hasta entonces era considerado menor o mero fondo decorativo para las composiciones de figuras. No se trataba de descripciones topográficas, sino de expresar emociones humanas a través del paisaje.

El tratamiento de las figuras procura ser realista. Así, cuidan de que la ropa de los personajes se corresponda con la época histórica que pretenden representar o con el lugar en que tiene lugar la escena (por ejemplo, Oriente en los cuadros orientalistas). Si el cuadro lo requiere, no evitan pintar personas heridas, deformes o muertas, llegando a recurrir al depósito de cadáveres para poder conocer y reflejar más verosímilmente a los muertos; así lo hizo Géricault cuando pintó La balsa de la Medusa.

Las técnicas usadas variaron. Predominó la pintura al óleo sobre lienzo, de variados tamaños, inclinándose los franceses, en general por los de grandes dimensiones. Pero también se utilizó la acuarela, técnica preferida por muchos pintores ingleses, y que era especialmente útil para aquellos pintores que viajaban. El dibujo experimentó cierto auge, debido a la facilidad con que expresaba el mundo interior del artista. La pintura al fresco intentó ser recuperada por los nazarenos.

Muchos dibujos y pinturas alcanzaron una gran difusión gracias a medios de reproducción como la litografía, la aparición de prensas metálicas y el renacimiento del grabado en madera. En el aguafuerte destacó la figura de Goya. Gracias a estos medios, a través de periódicos y revistas, se popularizaron numerosas imágenes, al alcance de todo el público.



BIBLIOGRAFÍA:

- Enciclopedia Microsoft Encarta
- Wikipedia
- Newall, Diana, "Apreciar el arte", Editorial Blume, 2009
- tareasfacil.info
- artehistoria.jcyl.es
- claseshistoria.com