EL CLASICISMO EN ESCULTURA
También en la escultura neoclásica pesó el recuerdo del pasado, muy
presente si consideramos el gran número de piezas que las excavaciones iban
sacando a la luz, además de las colecciones que se habían ido formando a lo
largo de los siglos.
Las esculturas neoclásicas se realizaban en la mayoría de los casos
en mármol blanco, sin policromar, puesto que así se
pensaba que eran las esculturas antiguas, predominando en ellas la noble
sencillez y la serena belleza que Winckelmann había encontrado en la estatuaria griega.
Así, los escultores de fines del siglo XVIII y comienzos del XIX,
crearán obras en las que prevalecerá una sencillez y una pureza de líneas que
los apartará del gusto curvilíneo del Barroco. En todos ellos el desnudo tiene
una notable presencia, como deseo de rodear las obras de una cierta intemporalidad.
Los modelos griegos y romanos, los temas tomados de la mitología clásica y las
alegorías sobre las virtudes cívicas llenaron los relieves de los edificios,
los frontones de los pórticos y
los monumentos, como arcos de triunfo o columnas conmemorativas.
El retrato también ocupó un importante lugar en la
escultura neoclásica; Antonio Canova (1757-1822) representó a Napoleón como Marte (1810, Milán)
y a su hermana Paulina como Venus Victrix (1807, Roma)
tomando así los modelos de los dioses clásicos. No obstante otros prefirieron
un retrato idealizado pero al tiempo realista que captara el sentimiento del
retratado, como Jean-Antoine
Houdon (1741-1828) con su Voltaire anciano
(Museo del
Hermitage) o el bello busto de la Emperatriz Josefina (1806, Castillo de
Malmaison) de Joseph Chinard (1756-1813).
Antonio Canova (1757-1822) y Bertel
Thorvaldsen (1770-1844) resúmen las
distintas tendencias de la escultura neoclásica. Mientras Canova llega al
Clasicismo desde una formación barroca y configura un estilo de gran sencillez
racional, el danés Thorvaldsen siguió más directamente las teorías de
Winckelmann hasta conseguir un estilo voluntariamente distante y frío que debe
mucho a la estatuaria griega. Su Jasón o Marte y el Amor reflejan
esa fidelidad al modelo griego.
EL CLASICISMO EN PINTURA
El estilo Luis XIII
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Philippe de Champaigne, Retrato de Luis XIII. |
Entre
los artistas se suscitó un debate entre los partidarios de Rubens (color,
libertad, espontaneidad, el barroco) y los partidarios de Nicolas
Poussin (dibujo, control racional, proporción, el clasicismo
romano). A principios de siglo, además, destaca el caravagismo,
tendencia pictórica influida por Caravaggio y
que tuvo en Francia su máximo exponente con Georges de La Tour con sus cuadros
iluminados con velas.
Así
como el tenebrismo tuvo éxito en la Francia de
provincias, el clasicismo arraigó en la corte y en París,
entre un público de aristócratas y la alta burguesía. El clasicismo francés de
la época de Luis XIII estuvo dominado por las figuras
de dos artistas que trabajaban en Roma: Nicolas
Poussin y Claudio
Lorena y se vieron a su vez influidos notablemente por el clasicismo de Annibale
Carracci y sus seguidores. De este último se destacan sobre
todo los paisajes, que influyó en el romanticismo.
Tanto Poussin como Lorena satisfacían ante todos los gustos de los
coleccionistas franceses, especialmente de Richelieu y Mazarino,
que adquirían sus obras.
En
la corte francesa se cultivó igualmente el retrato,
destacando sobre todo en este punto la obra de Philippe de Champaigne, que cultivó tanto
el retrato sencillo, íntimo, de gran penetración psicológica, como el
cortesano, en que se presentan a los reyes y las grandes figuras con todo su
esplendor. El retrato de corte suele ser de pie, con accesorios como columnas o
cortinajes. En las pinturas de Ph. de Champaigne destacan dos retratos de Luis XIII,
el triple retrato del cardenal Richelieu y los retratos de
miembros de los jansenistas, grupo al que perteneció desde 1645.
Aticismo
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Las
musas Clío, Euterpe y Talía, Eustache Le
Sueur, h. 1640-1645, Museo del
Louvre, París, ejemplo de aticismo.
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A
mediados de siglo la corriente dominante fue el aticismo, estilo
caracterizado por sus peculiares refinamientos. Representan esta
tendencia Eustache Le Sueur, Sébastien Bourdon, Nicolas
Chaperon y Nicolas Loir.
Se
trata de una corriente que se produjo sobre todo en París.
Solían pintar por encargo de mecenas, tanto de la iglesia como laicos.
Los
aticistas prefirieron representar temas de la Antigüedad clásica,
tratándolos de manera preciosista. Las composiciones son sencillas, pero dentro
de ellas había códigos y símbolos
que los refinados comitentes sabían descifrar.
Los
personajes aparecen en actitudes tranquilas, reposadas, estáticas. Estaban
vestidos de forma elegante, con ropas que se doblaban y ondulaban a la manera
clásica. Los gestos eran delicados, las expresiones frías.
Predomina
el dibujo sobre el color, siendo este de las tonalidades suaves, como el gris o
el rosa. El único color con cierta intensidad es el azul.
Pintaban
sobre telas encoladas directamente en el entablado a la francesa.
La corte de Luis XIV
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Nicolas
Poussin, Et in Arcadia ego(También yo en Arcadia) (1638-1639).Museo del
Louvre (París).
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Fue
determinante la creación, en 1648, de la Academia Real de Bellas Artes, bajo
los auspicios del cardenal Mazarino, con lo que se creaban unas
líneas artísticas oficiales al servicio de la monarquía.
Gracias
a la Academia y a los encargos del rey Luis XIV para
la decoración de Palacio de Versalles, el clasicismo hará
de esta tendencia el movimiento oficial de Francia e
influirá ampliamente sobre toda una generación de pintores franceses y del
resto de Europa.
Pierre
Mignard, sucesor de Le Brun, siguió la misma tendencia, pero con
mayor fastuosidad.
La
academia estableció la jerarquía de géneros en pintura,
ocupando el último lugar el paisaje y siendo el más noble de los géneros la pintura de historia. Esta empleaba una retórica
pictórica muy marcada y un sentido estricto de lo que se consideraba decoroso.
En 1672, Le Brun se
muestra partidario de la línea (Poussin) en detrimento del color (Rubens). Así,
da el carácter y normativiza el estilo clásico, la obra de Poussin simboliza
las virtudes de la claridad, la lógica y el orden, principios del academicismo.
Estilo
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El
canciller Séguier, de Charles Le
Brun, h.1670,
óleo sobre lienzo, 295 × 351 cm, Museo del
Louvre, París.
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Como
en otras disciplinas, el clasicismo en pintura tiende hacia un ideal de
perfección y de belleza, inspirado de lo que se cree entonces que eran las
virtudes de la Antigüedad.
Se
hacen composiciones al fresco,
sobre todo para la decoración de cúpulas, y óleos sobre lienzo de tamaño más
pequeño que el usual de la pintura barroca.
La
pintura escoge los temas nobles y preferentemente inspirados de la antigüedad o
de la mitología grecorromana. No obstante, eran también
frecuentes los cuadros religiosos. También se cultiva el retrato,
comenzando por los del rey, en fastuosas disposiciones, y siguiendo por los de
nobles y burgueses que deseaban hacerse retratar.
Finalmente,
cobra gran importancia el paisaje, tratado "a la italiana", esto es, vistas
con edificios en perspectiva y concediendo gran importancia
a la luz.
Los pintores tomaban apuntes del natural pero luego recreaban esos paisajes en
sus estudios, usándolos como decorado para las escenas mitológicas.
La
composición y el dibujo deben primar sobre el color y el concepto sobre la
seducción de los sentidos. Las composiciones son cerradas, tendiendo a un
esquema piramidal, con figuras centradas; no se representa con realismo, sino
que los personajes se idealizan. Están posando, con tranquilidad, evitándose
las posturas forzadas o exageradas tan propias del barroco.
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El juramento de los Horacios, obra deJacques-Louis David. |
BIBLIOGRAFÍA:
- Enciclopedia Microsoft Encarta
- Wikipedia
- Newall, Diana, "Apreciar el arte", Editorial Blume, 2009
- tareasfacil.info
- artehistoria.jcyl.es
- claseshistoria.com