Término procedente de la palabra italiana maniera
(manera o estilo) y que se aplicó en el siglo XX para describir el arte y la
cultura que se desarrollaron entre el Cinquecento y 1610 aproximadamente. Suele
asociarse con los escorzos exagerados, unas composiciones poco habituales y el
alargamiento de las figuras. Las posturas son anticlásicas, por ello los
cuerpos se retuercen y se establece una línea serpentinata. Existe un gran
protagonismo de la luz. Los colores no remiten a la naturaleza, sino que son
extraños, fríos, artificiales, violentamente enfrentados entre sí, en vez de
apoyarse en gamas. El propio Miguel Ángel o el académico Rafael experimentaron en sus últimas obras el
placer de la transgresión, desdibujando sus figuras o dejando inacabadas sus
obras.
Es el momento en que se pierde lo más
propio del clasicismo y la belleza clásica: proporciones, armonía, serenidad,
equilibrio.
El manierismo es subjetivo, inestable. Los
artistas se dejan llevar por sus gustos, alejándose de lo verosímil, tendiendo
a la irrealidad y a la abstracción.
Tiziano, Correggio o Giorgione someten algunas de sus pinturas a
complicados simbolismos que aún no han sido descifrados, como en La Tempestad,
de este último.
Correggio se caracterizaba por los desnudos
sensuales, el brillo frío de sus colores y el hábil manejo de los escorzos
además de la originalidad en el tratamiento de la perspectiva.
Algunos de los grandes representantes de la
escultura manierista son Benvenuto Cellini, Juan de Bolonia y la Familia Leoni.
La meta de los artistas manieristas fue la
ruptura de la unidad espacial y del equilibrio: el espacio lo entendieron como
diverso y por tanto con diferentes visiones. La escultura presenta un contenido
dramático, formas mucho más elegantes, rebuscadas y artificiosas.
Lo que caracteriza a todas las esculturas manieristas es el empleo de la línea serpentinata, que consiste en el movimiento giratorio de un cuerpo sobre un imaginario eje interior; el resultado produce un contrabalanceo de la figura y una sensación de inestabilidad y movimiento permanente. Esto da como resulta do que exista una multiplicidad de puntos de vista, no se halla un delante ni un detrás, esto hace que la obra gire como un espiral, las figuras se retuercen y prolongan, dándole un dinamismo a las obras.
Lo que caracteriza a todas las esculturas manieristas es el empleo de la línea serpentinata, que consiste en el movimiento giratorio de un cuerpo sobre un imaginario eje interior; el resultado produce un contrabalanceo de la figura y una sensación de inestabilidad y movimiento permanente. Esto da como resulta do que exista una multiplicidad de puntos de vista, no se halla un delante ni un detrás, esto hace que la obra gire como un espiral, las figuras se retuercen y prolongan, dándole un dinamismo a las obras.
Hay una sensación de movimiento en la figura resultante al ya no estar regida por los principios clásicos.
Escala: se prefería la escala monumental.
Temática: hay una reverencia por los temas
mitológicos. Los personajes en las esculturas están desnudos. Se continúa con
el arte religioso o alusivo a escenas bíblicas.
En la arquitectura manierista, los
edificios pierden la claridad de composición y pierden solemnidad con respecto
al clasicismo pleno.
En los edificios se multiplican los
elementos arquitectónicos, aunque no cumplen una función arquitectónica.
La decoración gusta por compartimentar las
fachadas de los edificios.
BIBLIOGRAFÍA:
- Newall, Diana, Apreciar el arte, Editorial Blume, 2009
- artehistoria.jcyl.es
- buenastareas.com